Caroline tiene claro que no va a dejar que la conviertan en una solterona, pero tampoco quiere ser una víctima y por eso no permite que la compadezcan. Se lo va a poner muy difícil a todos aquellos que la quieren, incluso a alguno que se ha visto obligado a ayudarla.
«—¿Has matado a muchos enemigos, James? —preguntó Caroline mirándolo con fijeza—. ¿O los oficiales se limitan a dar órdenes desde su caballo para que sean los soldados los que hagan el trabajo sucio?
James posó sus ojos en ella y la frialdad que imprimió en esa mirada la caló hasta los huesos.
—No todos podemos ser Nathan Helps, Caroline, algunos tenemos que ensuciarnos el traje».